Límites, las fortalezas de mi yo.

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                                                                   Por Paul Acosta Rodríguez.


Ésta pretende ser una entrada de blog en la que abordaremos nuestras propias limitaciones, carencias, fortalezas y capacidades aún por explorar con el objetivo de empezar a esclarecer hasta dónde podemos llegar, ya que en la mayoría de ocasiones, nuestras barreras y obstáculos somos nosotros mismos. Por este motivo, invito al lector de estas líneas a que siga devorando los siguientes párrafos, pues tal vez encuentre en ellos la motivación para abolir todas aquellas restricciones personales y convertir las que creía ser debilidades en verdaderas fortalezas.

Sí, es cierto que desde que nacemos estamos plagados de restricciones que llegan desde nuestro entorno a través de expresiones («no hagas eso», «por ahí no», «esa forma es incorrecta»…), símbolos (señales de tráfico, letreros de prohibido, etc.) o leyes (no ir a más de 80 Km/h por ese carril...). Como es obvio, éstos son necesarios para un buen funcionamiento tanto a nivel individual como social, si no el día a día sería un caos, ¿no crees? Sin embargo, a medida que las personas vamos creciendo y madurando nos imponemos una serie de inferencias negativas que desembocan en un autoconcepto sesgado basado más en nuestras supuestas limitaciones que en el gran número de destrezas y habilidades con el que contamos.

Cuántas veces habremos escuchado: «yo no sirvo para este trabajo», «a mí las matemáticas nunca se me han dado», «esto es muy complicado para mí», etc. Este tipo de pensamientos, erróneos en su mayoría, son autoimpuestos por nosotros mismos, creándonos una distorsión de nuestras capacidades que se traduce en una barrera para nuestro crecimiento personal simplemente porque hemos asociado que porque algo nos parezca más difícil o nos cueste más esfuerzo que a otros, ya no somos idóneos para determinadas tareas, puestos, materias…

Por este motivo cuando alguien dice, entre otras cosas: «los estudios nunca fueron para mí» o «yo sólo sirvo para mi trabajo y de ahí no me saques», siempre les planteo la misma cuestión: «cuando lo hiciste y viste que no podías, ¿volviste a reintertarlo con más empeño o de otra forma distinta?» En numerosas ocasiones desistimos y nos ponemos límites con tanta rapidez que es literalmente imposible que hayamos verificado que los estudios no son nuestro fuerte o sólo somos válidos en un solo tipo de trabajo. ¿Por qué? Tal vez un jugador de fútbol primerizo al principio no marcaba ni un solo gol y ni él mismo apostaba por su afición, sin embargo, tras esfuerzo y tesón posiblemente en la actualidad sea una celebridad del mundo del deporte como Cristiano Ronaldo o Messi, ¿no?

Como es obvio, hay áreas, situaciones, etc. que son mas afines a nuestros intereses e incluso a nuestra personalidad, comúnmente, conocida como nuestra forma de ser. Sin embargo, lo expuesto no debería ser un hándicap para realizar o explorar otros  ámbitos que por miedo al fracaso o a su nivel de dificultad nos negamos a realizar, utilizando como excusas del tipo: «no sirvo», «tal vez éste no sea mi sitio», «jamás podré llegar a donde quiero», etc.

¡Recuerda! El lenguaje es muy importante y si tú no crees en ti o en tus posibilidades muy difícilmente podrás avanzar y seguir desarrollándote. Por ello, te invito a que a partir de ahora utilices otro tipo de expresiones, como: «tal vez me resulte complicado pero si no lo intento no lo sabré», «es totalmente natural que me confunda, eso no quiere decir que sea malo en lo que hago», «si he suspendido tal vez requiera estudiar más y planificarme mejor». ¿Ves la diferencia? No es lo mismo considerarse malo en inglés que decir me cuesta algo más que al resto de compañeros, pues en la primera expresión te estás imponiendo una etiqueta negativa, mientras que en la segunda abres la puerta a un sinfín de posibilidades con vistas a mejorar.

No obstante, cabe subrayar la importancia de no caer tampoco en las creencias irracionales de «querer es poder» «tú puedes con todo«, como puede ser ponerse como objetivo sacar matrícula de honor en determinada materia o que nos asciendan de puesto de trabajo porque consideramos que estamos realizando una muy buena labor. Muchas veces nos sobrecargamos con este tipo de verbalizaciones inverosímiles que pueden desembocar en una profunda frustración cuando nos ponemos metas muy concretas como son las citadas anteriormente. En este caso, tenemos que ser conscientes de que existen multitud de factores (estrés, ansiedad, estado de ánimo deprimido, acontecimientos impactantes, etc.) que pueden repercutir en nosotros e imposibilitar nuestros objetivos.

Por ende, es conveniente enfocar nuestra perspectiva desde un punto más realista y ser conscientes de que si no sacamos el diez o no ascendemos tal vez no es porque no nos lo merezcamos o no hayamos dado el cien por cien, sino porque como ya he citado anteriormente, existen otros elementos que pueden estar fuera de nuestro control.

Mensajes como «querer es poder» pueden dar lugar a estados de ánimo deprimidos, ansiedad, etc.


A continuación, enumeraré una serie de recomendaciones que pueden resultar de gran utilidad en este sentido:

  • Cuando dices: «no puedo», «no se me da», «esto no es lo mío», etc. te estás poniendo restricciones a ti mismo. Procura volver a intentarlo o verlo desde otra perspectiva, como: «tal vez me cueste más, es posible que requiera de un apoyo o realizarlo de otra forma».
  • Evita no compararte, esto sólo puede generarte ira, tristeza, etc. Debes de tener en cuenta que cada persona es un ser individual con unas características personales diferentes. Así que para lo que para algunos es sencillo para otros es difícil y viceversa.
  • Sé consciente de no caer en el error del «querer es poder». Como ya he mencionado anteriormente, ésta es sólo una creencia irracional que más que motivación puede traducirse en estados depresivos, ansiedad…
  • Reflexiona: «¿se te da  realmente mal determinadas funciones, áreas, etc.?» Prueba a realizarlas de otra manera o desde otro enfoque, tal vez así compruebes que no eres tú si no la metodología errónea que estabas empleando.
  • Todas las personas somos seres perfectamente imperfectos. Acéptate tal y como eres, con tus defectos y virtudes. Asimila las primeras y realza las segundas. Así aumentarás tu autoestima y autoconcepto.
  • Confía plenamente en ti y tus capacidades para desarrollar cuanto te propongas. Tal vez no salga a la primera ni a la segunda pero sí a la tercera. Si no es así, no te obceques y  propónte una meta más ajustada a tu situación actual.
  • Porque una opción no te haya resultado factible no quiere decir que no cuentes con una amplia variedad de éstas. Busca la que más se adecue a tus necesidades y ponla en práctica.
  • En ocasiones, la sociedad nos impone ya desde la tierna infancia de una manera u otra que tenemos que ser buenos en todo cuanto hagamos (deportes, estudios, actividades extraescolares, trabajo, amistades…) y se nos exige incluso, la excelencia. ¡Caso error! De esta manera sólo generarás una gran  frustración si un día fallamos y no ganamos ese partido de baloncesto, aprobamos el examen que tanto hemos estudiado o no sacamos ese informe en la fecha establecida.
  • Comienza a ser más concreto y a no generalizar, ya que existe una gran diferencia entre «los problemas de ecuaciones me cuestan bastante» a «en matemáticas soy un desastre», por ejemplo. Como podrás observar, especificar dónde hallamos más dificultades evita estigmatizar y generalizar carencias donde realmente no las hay.

3 respuestas a “Límites, las fortalezas de mi yo.

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  1. Me parece un artículo muy interesante, personalmente lo he utilizado en varias ocasiones. Cuando tenía 44 años comencé la carrera de Ingeniero Técnico la cual termine bien y con nota, trabajando como jefe de taller en empresa Metalúrgica con 120 personas a mi cargo en 3 turnos. Trabajaba mis 8 h. de 6 a 14.

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